jueves, 23 de julio de 2015

Crecer

Y vamos sacando un poco el polvo a este baúl lleno de recuerdos... Hace poco menos de 4 años que no escribía en este sitio. No sé por qué, pero algo de cierto debe haber en eso de que los blogs pasaron de moda. No importa, mejor así, porque eso me da el alivio de que si escribo lo hago por pasión y no por los comentarios...

Hoy me levanté y vi que ya tengo 32 años. Pero eso no me tortura, al contrario. Porque me basta tan sólo ver un poco hacia atrás para admirar todo lo que he recorrido, todo lo que he aprendido.
Mi apariencia engaña. No me dan la edad que tengo, y hasta se sorprenden, porque tengo cara de 26 años, como mucho 28. Pero lo cierto es que si prestás un poquito más de atención, y me mirás un poquito más de la cuenta podrás descubrir a esas pequeñas arrugas que recorren los costados de mis ojos, y que delatan mis vivencias.
 Y fue así, como hoy entre mate y demás, me puse a pensar lo que soy y lo que fui, y lo que es verdaderamente crecer.

Porque ¿alguna vez nos detuvimos a pensar realmente en todo lo que crecimos? ¿O pensamos siquiera qué significa crecer?

Crecer es parte de la vida. Es un proceso que desde que nacemos lo estamos viviendo. Es lo que hace que nuestros huesos se estiren y nuestros órganos se desarrollen. Es lo que nos forma como humanos correctamente.

Pero también, es lo que nos hace madurar y lo que nos obliga con el paso de los años a cambiar nuestra forma de ver la vida, nuestra perspectiva, y seamos eventualmente distintos.

Es la suma de todo eso, de cambios orgánicos y mentales, físicos y psíquicos, y también espirituales...

Es, por ejemplo, darte cuenta que no todo lo que brilla es oro, porque a veces lo más hermoso no es más que una simple cáscara, totalmente hueco por dentro, sin valor alguno.

Es comprender que lo que engorda no es la comida sino el sedentarismo, y que no vale la pena seguir esas dietas milagrosas que aparecen en las revistas de moda que lo único que hacen es matarte de hambre.

Crecer es descubrir al final del día que los verdaderos amigos son pocos y que a veces hasta los dedos de una mano te sobran para contarlos. Son los que siempre están, pero no porque estén todo el día a tu lado, sino porque uno los siente en su interior y que sabés que con una simple llamada bastará para calmar tu tormenta.

Crecer es darte cuenta que los padres en la mayoría de las discusiones tenían razón, pero no en todas. Es sorprenderte con la visión de su luz que se va extinguiendo con el paso de los años, e impresionarte con la sola idea de que si no los disfrutás ahora, tal vez mañana ya sea demasiado tarde.

Crecer es poder disfrutar de la compañía de tus hermanos. Sí, de aquellas personas que antes nos hacían rabiar tanto, pero que hoy ves que sin ellos la vida no es vida. Y poco a poco, las nuevas familias se van formando, y nuevas tradiciones van apareciendo, reuniones, almuerzos los domingos, cosas que antes de seguro huías, pero que ahora lo esperás con ansias e inclusive lo planeás como si de tu cumpleaños se tratara.

Crecer es darte cuenta que el trabajo a veces no es lo más importante. Que la vida se ha hecho para vivirla y no para torturarla, y que el trabajo se ha inventado para sustentar esa vida, y no al revés.

Crecer es descubrir, que a veces las felices fotos familiares que aparecen en las redes sociales, no son más que una mentira, y que la felicidad y por qué no, la fidelidad también, no son algo que se debería mostrar constantemente sino que se debería sentir en la pareja misma. Porque lo que piensen los demás, poco importa.

Crecer es darte cuenta que a veces la pasión tiene sus altibajos, y que uno no debería lanzar todo por la borda en la primera de cambio. Sino que se debería luchar contra las mareas e infiernos que pueden llegar a aparecer, y cuidar de ese amor como si de una pequeña rosa se tratara, con delicadeza, con pequeños detalles en el día a día, regándolo, abonándolo y sacándole las malezas.

Y también es ver que todo esto que escribí, no es más que el comienzo de un largo camino de enseñanzas y experiencias, caídas y sufrimientos, pero también de amor, cariño y felicidad plena.

Sí. Crecer es todo esto, y mucho más. Es vivir, es soñar, es amar, pero también aprender...


miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ser del interior

¡Hola! ¿Cómo están? ¡Tanto tiempo!
Bueno, lo prometido es deuda, así que acá estoy. Dije que no iba a cerrar este queridísimo espacio y así lo estoy haciendo. También dije que iba a postear mucho más pausado, cosa que también ha pasado.

Hoy he venido a ustedes, para hablar de un tema que últimamente lo estoy escuchando bastante, ya que gracias a una "queridísima" modelo que (dice qué) es misionera, salieron a la luz ciertas cosas que son mentiras.

La verdad es que el ser misionero, o simplemente ser del interior, generalmente ha sido sinónimo de ser no civilizado... Y no lo digo por decir nomás, sino todo lo contrario, realmente lo he escuchado y ultimamente muy de seguido...

Aclaro que este post, no tiene ninguna intención de ofender ni de agredir a nadie, sólo contar ciertas cosas que pasaron y que siguen pasando, y que creo que ya estando en el siglo XXI, indiscutiblemente deberían cambiar.

Recuerdo cuando era pequeña y estaba en sexto grado de la primaria, había llegado el momento de hacer un intercambio estudiantil con unos chicos de Quilmes, Bs. As. Yo obviamente, insistí a mis padres para alojar a una niña de aquel colegio. Ellos, al ver que tan sólo sería por unos días, no pusieron objeción y aceptaron, a regañadientes, pero aceptaron.

No pasó mucho tiempo, hasta que por fin llegó el tan esperado día. Mi pequeña huésped había llegado. Esta niña, a quien llamaremos de ahora en adelante "Lu" (para evitar futuros inconvenientes), era pequeña, rubia y de ojos claros. Bastante humilde, cálida y cariñosa. Enseguida me cayó bien, y nos hicimos amigas de inmediato. Tan así, que luego de muchísimo tiempo, aún nos escribíamos cartas y cuando a mí me tocó viajar a Quilmes, arreglamos todo para que pueda quedarme en su casa.
En fin, no me quiero ir por las ramas, aunque así lo parezca. Pero bueno, la cosa es que una tarde en que estábamos jugando con Lu y mis amiguitos del barrio, no me acuerdo bien cómo salió el tema, pero ella nos contó que antes de salir, sus padres les habían advertido de los peligros de la selva misionera. Les habían dicho que tengan cuidado con las víboras, con las vinchucas y por ende, con el mal de Chagas-Mazza, con los tigres y no sé con cuánta cosa más. Además, les habían dicho que se pongan repelente para insectos las 24 hs del día, y que tengan muchísimo cuidado por las noches, porque nosotros vivíamos en chozas y que ve tú a saber qué bicho pudiera andar suelto por ahí.
Cuando Lu nos contó eso, nosotros le quedamos mirando con cara de "WTF?" porque obviamente, no era verdad todo lo que les dijeron. Luego, ella sonriendo y para alivianar un poco la tensión, nos dijo que cuando llegaron a Misiones no podían creer lo bien que vivíamos, y que hasta se re sorprendieron al ver nuestras casas de material.

Cosas así, viven pasando. Hace poco, leía por facebook a una compañera de facultad que había viajado a capital federal, y volvió enojadísima, porque dice que la gente de allá se pasó preguntando "¿En Misiones, hay edificios? ¿Hay unidades? ¿Hay boliches?" etc...

Obviamente, no estoy colocando a todos los de Bs. As. en la misma bolsa, porque conozco a muchísimas personas que son de allá y son buenísimas. Es más, tengo parientes en San Nicolás, Tigre, etc, que nos visitan cada dos por tres y que no son así. Pero, lastimosamente, les juega en contra que así son la gran mayoría (Sin ir más lejos, recordemos un poco la novela "Yago" con Facundo Arana, para ver cómo nos ven desde Bs. As.).

No niego que en Misiones haya flora y fauna (Aunque lamentablemente cada vez hay menos, y todo gracias a la deforestación, represas, etc, que no vienen al caso pero que no está de más recordar), porque aún hoy se puede ver alguna que otra selva vírgen, víboras enormes atravesando caminos de tierra, yaguaretés en las reservas naturales, tucanes volando por el cielo azul, o no sé cuántos seres vivos decorando el hermoso paisaje verde, salpicado con el rojo de la tierra. No, no lo niego, porque todavía hay, poco pero hay...

¡Pero no toda la provincia es así!

¡Hay zonas y zonas!


En fin... De cualquier manera, y para el que se cree cuanta cosa aparece por televisión, y no tiene ni un ápice de ganas de investigar un poco el tema, Misiones va a seguir siendo tierra de personas que viven en chozas, cazan cocodrilos y duermen con leones...


Post dedicado a nuestra "queridísima" compatriota.

Actualización (4/12/11):

Acabo de descubrir esta imagen en facebook que, aparentemente, recorrió el país en tan sólo días...

A ver si sirve para cambiar un poco las cosas...



Y no puedo dejar de preguntarme... ¿Esto pasará en otros países?

sábado, 3 de septiembre de 2011

Desaparecida en acción

¡Qué hermoso solcito se siente afuera! Una cálida brisa llega a mí diciéndome que pronto llegará la primavera y con ella, la famosa costumbre de tomar un rico tereré...




Hace algún tiempo leí una frase que decía: "No estaba muerta, andaba de parranda", y me hizo mucha gracia. Qué cierto que es cuando por equis motivos uno desaparece de vez en cuando tanto en el círculo social como virtual, pero por ningún motivo en especial, simplemente las cosas así pasaron y uno tuvo que dejar ciertas cosas para ocuparse de otras cosas... ¿No les pasó nunca eso? (Creo que me mareé un poquito ¿no?)

En fin... La cosa es que en este último tiempo dejé completamente de lado los blogs, pero más que sin querer o por falta de tiempo, fue por falta de inspiración para escribir acá, aunque también les cuento que el mundo de Candy Candy me atrapó totalmente y parece que no tiene ninguna intención de soltarme... Porque les cuento señores y señoras que ahora estoy escribiendo cuentos... ¡Ajá! Así como lo lee... Ahora resulta que me he convertido en una escritora de "Candyfics". Y bueno... mi mente se llenó con esos personajes y sus historias, las vueltas que podrían tener sus vidas, nuevas tragedias, nuevas aventuras, viejos amores, sentimientos encontrados, etc, etc, etc...


Estoy tan entusiasmada con esto que me paso el día pensando en qué otra tragedia más le podría suceder a la pobre Candy... Muy dramático, lo sé, pero aparentemente ahora descubrí que lo dramático me va bien, así que acá estoy... Pensar que antes detestaba llorar con las películas, y ustedes son mis testigos, pero ya lo ven... Otra vueltita más del curioso destino... Además lo tomo como un ensayo, nunca antes había escrito un cuento (bueno sí, pero era tan pequeña y casi que ni cuenta...), y esto para mí es todo un desafío.

Pero bueno... La idea de esta entrada es para informar a los lectores que todavía no perdieron la esperanza en mí y me siguen leyendo de vez en cuando, que sigo aquí, toda vivita y coleando, pero creo que escribiré más pausado de ahora en adelante, mucho más pausado... Sin embargo, no pienso abandonar ninguno de mis sitios ¿eh? Los adoro, son mis casas y ustedes siempre serán mis invitados de honor.

Desde este rinconcito del mundo, rodeado de selva, cascadas y tierra colorada, les mando un fuerte abrazo y prometo escribir algo mucho pero mucho más interesante para la próxima.

¡Hasta entonces!

viernes, 11 de febrero de 2011

Chau Twitter... Hola Vida...

Hace algunos cuantos meses escribí esto (que está más abajo) en otro blog, después como que dejé de pensar en el tema y hoy, al leerlo nuevamente me di cuenta de que el sentimiento había regresado...

Fue así como al cabo de unos segundos estaba totalmente decidida en cerrar mi cuenta de Twitter y decirle "¡Hola!" y con los brazos abiertos a la vida.

No lo sé, tal vez más adelante regrese allí, pero espero que para ese entonces pueda manejarlo mejor.

Sin nada más que decir les dejo con estos pensamientos que llenaron mi cabeza de angustias y reflexiones una fría noche de otoño y que hoy me armaron de valor para cerrar sin miedos aquella cuentita que me acompañó por casi un año...


"¿Es normal que me ocurran estas cosas?" preguntaba sin cesar. Había llegado a un punto en que no me gustaba en lo que me había convertido.

Recuerdo años atrás en que no tenía celular, ni computadora, ni mucho menos Internet y que mi vida se basaba en estudiar y de vez en cuando en comprar algún que otro libro de mis autores favoritos para deleitarme con sus palabras. Esa era mi vida y era feliz... Con eso poco (que para mi era mucho) era feliz...


Un día lluvioso me regalaron esta computadora. Fue uno de mis mejores días, porque además de que había salido bien en una materia había recibido el mejor de los regalos, mi propia computadora que iba a ser sólo mía.

Cuando la recibí nunca pensé en tener Internet, simplemente pensaba que con ella podía llegar a escribir lo que tanto anhelaba, mi historia, mi novela o alguna poesía. Me imaginaba escribiendo hasta tarde mis memorias o mis historias románticas, era mi sueño hecho realidad...

Pasó el tiempo y me llegó el Internet, tan súbitamente como había llegado la computadora, sin pedirlo ni desearlo, simplemente me dijeron "Necesitas Internet" y me lo instalaron. Casi instantáneamente descubrí qué era un blog y por último conocí al Twitter.

Pero no sé en qué instante me perdí, no sé en qué momento dejé de ser yo misma para ser lo que los demás pretendían leer.

Lo que el blog me enseñó es que se puede hacer maravillosos amigos a pesar de las distancias, conocer excelentes escritores, vivir interesantes anécdotas... Por eso amo tanto a mis pequeños espacios y no me arrepiento por nada del mundo de tenerlos, porque con ellos río y lloro, siento la furia, la decepción, el amor, la tristeza y las carcajadas en unas pocas palabras. Sencillamente único y totalmente fuera de serie.

Pero al llegar a Twitter me di cuenta de que las cosas son diferentes, muy diferentes...

Por empezar es 100 veces más adictivo que un blog y 20.000 veces más intenso. Puede hacerte sonreír como enojar en cuestión de segundos. Tal vez sea porque es algo que constantemente se está actualizando, y que en una sola página puedes llegar a leer a más de 100 personas a la vez.
Pero así como es de intenso es de superficial, totalmente irreal...

Creo que Twitter es el único lugar donde podés cortar una "relación" con un sólo "clic", cosa que hasta podría definirse como dañino, ya que inevitablemente provoca cierta intolerancia hacia los demás...

"Así no es la vida real... En la vida real no podés enojarte con alguien sólo porque éste dijo algo que a vos no te gusta, no es saludable... " Me decía esa personita que tanto quiero al verme tan adictivamente mal por Twitter...

Él se había dado cuenta de lo que yo no quería ver... En tan sólo unos pocos meses estaba obsesionada por lo que pasaba en esa curiosa página, a tal punto que un "follower" o un "#FF" más me hacía sentir inmensamente feliz y un "unfollow" me tiraba al piso...



Llegué a un punto en que la vida virtual importaba más que la real, y al darme cuenta de esto sentí pánico...


¿Qué será de nosotros si seguimos así?



Y al preguntarme esto se me viene a la mente una parte de la película de Disney "WALL-E" cuando toda la humanidad se había mudado a una nave espacial para evitar el gran basurero en que se había convertido la Tierra, y donde todos vivían sentados conectados virtualmente... Ni siquiera se habían dado cuenta de que estaban flotando en el espacio rodeados por el más absoluto vacío, lleno de estrellas y galaxias...


Espero que nunca lleguemos a este punto, y si lo hacemos espero no terminar siendo uno de ellos...



"Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo pero nada,
absolutamente nada,
sustituye la mirada del ser humano."

(Paulo Coelho)

sábado, 22 de enero de 2011

¡Se compran risas!

Mi talento es que puedo agarrar todo el drama de mi vida y transformarlo en comedia.

Sólo que tengo un pequeño problemilla... No es cierto, ojalá lo fuera... Tengo si todo el drama pero todavía no pude transformarlo en comedia, ni un poquito, ni cerquita.

Me encantaría hacerlo alguna vez, poder reírme un poco de mi vida, de mis experiencias malas y poder contarlas de una manera anecdótica.

Conozco unas cuantas personas que son así por naturaleza. Agarran un recuerdo feo de la niñez y lo transforman en un gran chiste del que te terminas riendo por horas. Me encantaría poder ser así... Creo que hasta podría decir que es mi sueño.

Me acuerdo de las veces que quise contar una mala experiencia... Nunca me salió como una cómica anécdota, sino todo lo contrario. No sé si soy yo o son mis vivencias, pero la cosa es que siempre me sale como una película dramática de esas que cada vez que te acordás llorás y que la única sensación que te deja es la tristeza que lamentablemente se queda por varios días...
Basta con que transcurran sólo unos minutos de mi narración para escuchar el inevitable "¡Pobrecita!"... Cómo lo detesto... Pero más detesto el hecho de que en esos momentos yo misma me doy lástima. Siempre termino preguntándome ¿Para qué lo conté? ¿Acaso necesitaba alguna mirada aprobatoria que me diga "Si, tenés todo el derecho de ponerte triste"? Y si... Siempre concluyo de que si, es así... Necesito que me digan que si, que puedo llorar tranquila, que si, que mi vida es bastante complicada, que mi familia es bastante disfuncional, que mi relación amorosa es hermosa pero extremadamente difícil, que mis amigos son muy buenos pero muy pocos, y que si, que nadie dijo que la vida sería fácil y que más que vivirla hay que sobrevivirla...
Si, necesito que de vez en cuando alguien me diga todo eso.
¿Para qué? No tengo ni la más pálida idea, lo único que sé es que de vez en cuando el alma nos pide un poco de mimos y autocompasión, y no creo que sea mala idea concederle el deseo.

Pero más que nada necesitaría, por una vez en algún momento del día, tener la capacidad de reírme de mi misma, tener un poquito de ese humor negro del que todos hablan y tomarme menos en serio las cosas...

No sé, al menos creo que serviría para relajarme un poco ¿No?

viernes, 7 de enero de 2011

Ella

Nunca antes había valorado tanto la soledad como aquella noche. De repente se había dado cuenta de las cosas que uno debe pasar para redescubrir la importancia de los momentos.

Luego de limpiar, decorar y acomodar la mayoría de las cosas, miró a su alrededor y sintió aquella brisa única y característica de la independencia. Finalmente había vuelto a su lugar. Y lo sentía en cuerpo y alma.

¿Por qué será que el ser humano a veces es tan terco para entender al destino?- Pensó en un momento dado. - Porque, si es que realmente existe, permanentemente nos está mostrando el camino, nos está diciendo una y otra vez “¡Éste es el autobús que te llevará a tu felicidad!”, ¿y nosotros lo escuchamos? ¡No! Es más lo ignoramos e incluso luchamos contra él para demostrar de alguna inútil forma de que no es ése el autobús sino otro que teóricamente algún día vendrá. Si claro, porque somos tan inteligentes… - Sonreía irónicamente, sin darse cuenta que su pensamiento había dejado de ser silencioso hace un largo rato y se encontraba hablando sola en el pequeño departamento atiborrado de cajas. - ¿Será que en alguna parte de nuestros genes está codificada la tendencia de querer perdernos constantemente a propósito? ¿No hay alguna forma de evitar todo eso y ser más simples, menos complicados? - Seguía preguntándose.

Aunque le gustaba saborear la libertad, sabía desde un comienzo que ésta era prestada. - Porque uno no puede utilizar todo el poder de un juego sin antes llegar al correspondiente nivel.- Se decía al verse en ese departamento alquilado por sus padres. Y justamente así se encontraba en ese momento, luchando para pasar los niveles que le llevarían a su tan deseado sueño: Vivir su vida.

No era la única que estaba pasando por eso, ni mucho menos la única en todo el planeta que soñaba con eso. Sabía bien que no era ningún bicho raro y que seguramente a medida que pasara el tiempo la ayuda iría apareciendo. Pero aún así sentía a aquella inseguridad típica que aparece cuando se comienza algo nuevo. Aquel miedo que sólo está para preocupar y alarmar a la mente.

Fue así como el entusiasmo de la independencia le duró poco, muy poco. De repente la soledad golpeó con intensidad y se derrumbó por completo. Era tan irracional su sentimiento que no podía evitar sentirse una idiota. Pero una sola cosa le tranquilizaba, y era soñar con aquello que no tenía, querer lo ausente, extrañar aquel pasado que hace algunas horas odiaba tanto.

- Sólo el ser humano puede ser tan contradictorio en cuestión de segundos. - Se decía mientras recogía la escoba apoyada sobre la pared y continuaba con su tarea doméstica. No podía explicar qué le sucedía ni aunque quisiera. Era una mujer cumpliendo parte de su deseo, camino a su sueño y sin embargo no le gustaba lo que tenía ante sus ojos… Ella viviendo sola…

- ¿Por qué será que somos tan irresistiblemente irracionales?- Seguía preguntándose - ¿Será que no hay alguna forma de saltarnos toda esta parte que sin duda es increíblemente tonta e incómoda y volver a ser normales? ¿O tal vez lo que se dice “ser normal” no existe? ¿Seré la única en este mundo que puede ser clínicamente bipolar sin tener un diagnóstico médico que lo avale?

Desconocía las respuestas a toda esa catarata de preguntas. Pero algo era seguro. Ser ella se había vuelto sin querer en algo extremadamente complicado de un momento a otro y no encontraba ninguna explicación a tal estado de ánimo, al menos eso creía...



(Dicen que es más fácil contar las cosas que a uno le pasa haciéndolo en tercera persona... Dicen...)

 

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