Hoy, 23 de noviembre del 2008, cumplo 26 años.
¡Increíble! Pero ya faltan tan sólo 4 años para que llegue a los 30 y confieso que se me están quitando las ganas de cumplir años...
Es como si escuchara a mi "yo melancólica" diciendo...
"¡¡¡Ya no quiero cumplir años!!!"
Tan solo por el hecho de que me doy cuenta de que estoy envejeciendo en la facultad. Porque hace algunos años atrás, cuando tenía 18 pensaba que a esta edad ya estaría recibida y hoy veo de que me faltan un par de años para llegar a eso. Creo que esta es la gran espina que me está molestando en este caluroso día primaveral.
Pero, en cuanto a lo demás, puedo decir que estoy bien...
Mi cuerpo sigue casi igual, salvo por unas pequeñas arrugas que aparecen sin parar alrededor de mis ojos, evidencia física que me dice que ya soy TODA una adulta.
Además de que mi estómago está cada vez mas delicado, ya que cuando no me queda otra que comer hamburguesas, sandwiches y otras comidas chatarras, por la falta de tiempo, seguro que luego de un par de días termino enferma estomacalmente, ya sea con gastritis o gastroenterocolitis o no se cuantas enfermedades mas, que termino bajando 2 kilos en un día y sin salir de mi departamento.... pensar que antes comía todo esto y mucho mas, y nunca terminaba así de enferma.
Y existen otros cambios que me dicen que ya no tengo 15...
Como mi bajo número de amigos, que solo me alcanzan los dedos de las manos para contarlos y hasta sobran.
O cuando voy a reunirme con ellos y veo que ya no es lo mismo. Las conversaciones son mas serias, temas como: la política, la inseguridad, el futuro y los hijos; siempre están presentes.
O cuando veo que mis salidas duran menos, y tolero poco al alcohol, las luces parpadeantes del boliche me marean, los pies me duelen con los tacos altos y el sueño aparece antes que nadie obligándome a dormir temprano.
También me desespera el hecho de que las horas del día no me alcanzan para hacer todo lo que tengo que hacer. No sé si es por el cambio de horario o qué, pero la cosa es que los meses pasan más rápido y ya veo que mis vacaciones van a durar lo mismo que dura un abrir y cerrar de ojos.
Con 26 años estoy más "mañosa". Lo que antes me gustaba ahora ya no me gusta, a veces me pongo histérica buscando la perfección y otras ni siquiera me doy cuenta cuando algo está desordenado. Puedo vestir de rosa muchos días, hasta que una mañana me despierto y me visto toda de negro...
Cuestiono todo. Si hay algo que no sé, investigo. Veo mas las noticias, leo los diarios pero no los compro (todavía...)
Una pequeña nube negra en el cielo ya es motivo para que agarre el paraguas antes de salir, así como lo es una brisa fría para ponerme un saco.
Y poniéndome un poco mas profunda, puedo decir...
Que aprendí que a veces es mejor callar que responder y otras que es mejor responder que callar...
Que las miradas dicen mas que las palabras...
Empecé a valorar más a la familia. Mis padres son todo para mi, mis hermanos un fuerte apoyo en los tiempos de tormenta y mi casa un refugio para descansar el alma.
Y logré comprender aquellos problemas que eran motivos de rebeldía en mi adolescencia... Aprendí a escuchar y a entender al otro, quien es humano igual que yo, con todos sus defectos y virtudes.
Hoy en día, tolero menos los gritos y las peleas. Me deprimo cuando veo a mis seres queridos decirse cosas que lastiman, y trato de arreglar la situación, desesperándome la imposibilidad de lograrlo... pero una vez que se calma todo, entiendo de que es un problema que solo ellos deben enfrentarlo... yo soy sólo una espectadora y el hombro para que calmen su dolor.
También aprendí a buscar lo verdadero y auténtico, descubriendo a cada paso que esto no está en la ropa ni en el dinero, sino en la persona y su forma de ser.
Descubrí mi independencia y así pude ver que a veces en la soledad están todas las respuestas, solo debo escuchar al silencio que me rodea.
Y si... mis 26 años dejaron mucho...
Pero gracias al cielo todavía llevo conmigo a esa niña que trepaba árboles, jugaba a las escondidas y a las muñecas, y que a pesar de que la vida está dejando sus inevitables heridas, siempre está para cicatrizarlas, logrando que aparezca en mi aquella sonrisa juvenil y las carcajadas llenas de energía.
Ella es la que, luego de escribir todo este torbellino de sentimientos, me impulsa a decir y saltando de alegría...
"Si, hoy cumplo 26 y SOY FELIZ"